domingo, 1 de octubre de 2017

Infinito

I
Estoy flotando. Perdida entre los miles de pedacitos que quedaron de mí. Girando en la eternidad de las ideas que nunca llegué a concretar, mirándome de lejos en este baile, en este abrazo (o intento de) a la existencia, sin un arriba ni un abajo, sin adelante ni atrás, solo, yo en el infinito, sin nada que me perturbe, nada que me haga estremecerme demasiado.  Estoy deambulando sin un destino, cruzando corazones y mentes, perdiendo la razón, viviendo sin motivo. Estoy sangrando, cada día un poco menos, pero perdiendo un poco de mí en cada gota al final, viendo contaminarse los caminos que siguen los hilos rojos. Las intento ocultar; las manchas, las cicatrices y las heridas que aún no me sanan, las más terribles las hago disfrazarse de otros vientos, de otras penurias, ninguna tan presente como la que me pesa en mi cuerpo putrefacto.
II
No puedo quererte tranquilo, no puedo mirarte la cara sin que me den ganas de ahogarme en tus besos. No puedo llegar a comprender lo profundo que sientes. No entiendo por qué te interesa tanto este veneno que es mi cariño. No soy capaz de verte los ojos sin hundirme en ese mar de tantas penas, tantas como las mías, tantos amores inconclusos. Sé que te quiero ver sonreír, sé que te alegra verme con una sonrisa, que te cante la vida. Sé que la vida no es una canción tan alegre, ni tampoco tan triste. Tampoco somos tan terribles, sólo tenemos tanta nostalgia premeditada. La melancolía siempre nos acompaña en los paseos por entre los árboles. Siempre nos encontramos entre miradas un poco tibias y que nada tienen que envidiarle a otros. No te quiero fallar, no me quiero traicionar y tampoco quiero que pienses que soy algo completamente diferente. No te voy a cuestionar, sólo no entiendo cómo es que te puede gustar tanto la tristeza de otro corazón. Quizás algún día pueda mirarte a la cara y no flotar sin rumbo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario