Estoy acorralado entre dudas y un amor palpitante, cuando
intento moverme parecen pesar más en mi cabeza que se va hundiendo cada vez más
en una almohada incómoda y blanca de malas intenciones, cuando intento
agacharme me saltan en la cara los insultos de las caras de los demás cuando
nos miran, revolotean en mi nariz, me hacen estornudar y se ríen mientras me
ahogo de frío en el pecho y calor en la cara; corren y saltan una vez más y me
tiran la piel del rostro, me la desgarran, me hacen sangrar, me castigan
poniendo todo en su lugar, para que nadie pueda ver mi cara magullada.
Estoy callado, como siempre, me dices que no me vaya, que te
siga conversando de cosas triviales y que me siga quedando dormido encima de ti,
sueltas una risa que mueve todo encima de mí, me aturde, me deja atónito. Te
vuelvo a mirar cuando me recompongo, estás callado, te encuentro taciturno
viéndome sin notar lo que te quiero decir, probándome hasta donde puedes
llegar, para hacerme rabiar, para hacerme llorar. Y no es que no quiera deshacerme
en gotas saladas, mi cara se deshace cada vez que lo intento, pero soy más
desierto que río entonces y sólo duele por dentro, se va pudriendo, junto con
todo lo demás que soy.
Te vuelvo a conversar sobre algo que nadie más te había
contado y no me quieres responder. Ni tu cara tan desgastada por la tristeza me
nota hablándote. No te quiero dejar pasar, pienso cuando te escribo en la
madrugada envuelto entre notas sueltas de alguna canción. No me quieres dejar
pasar, me pregunto cuando no te interesa más que decirme cuanto estás no
pensando en aquello. Suelto una risa, media loca que se va haciendo eco cuando
me doy cuenta lo irrisorio de mi situación, cuando ya no me dices que te siga
conversando las cosas triviales, cuando no quieres que te cuente las cosas que
me pasaron en el día. De nuevo, estoy callado, tanto que ya ni me escuchas más,
ni de día ni de noche.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario