Sólo somos pequeños puntos en este gran entramado, sólo
somos polvo con demasiada imaginación y la maldición de nuestros corazones. Te
veo sentado ahí, emborrachado en risas, sin decir nada, te miro a los ojos, tus
ojos, que ríen, que sueñan con cada parpadeo, tus ojos que dicen tanto y
ocultan mucho más, al mismo tiempo. Estás sentado, no me miras, sólo sigues el
ritmo, yo te hablo de cosas banales, así como para combatir mi necesidad de
evitar el silencio prolongado, porque ya ni me hablo a mí misma ¿por qué
querría hablar con un alma tan perdida? Entonces soy todo silencio, pero para
ti, soy todo palabras. No me dijiste nada, sólo te acercaste con un gesto poco
sutil, para encontrarnos bailando y gritando entre sollozos de ayuda y otras
cosas que susurraste tan bajo, que no me dejaste escuchar.
No te conozco, no sé quién eres, apenas sé tu nombre (y ni
siquiera completo), no puedo ver a través de tus ojos, no eres así, un libro
abierto para leer, no va contigo, te tengo que sacar todo de a poco y aunque hasta
ahora sólo he mirado una parte ínfima de lo que eres, no puedo negar que eres
un misterio por resolver y que eso, me vuelve completamente loca. Sólo te miro
con mi cara, tantas veces ensayada, de pobrecito, de ojitos entumecidos de lo
terrible de la existencia y con la gracia gatuna, te arruiné el paisaje.
Hubo un destello en algún momento que me mostró que eras más
que lo que aparentabas, también lo sabía, pero lo tenías bien guardado, no
supiste esconder tanto eso de mi ojo curioso y metiche, de mi mente meticulosa
que siempre está uniendo los cabos sueltos, tu inmensa tristeza, tu rabia
infinita con este mundo, son sólo un poco de lo que podría decir. Hace tanto
que buscas tener el control, pero al mismo tiempo quieres ser joven y nunca
superar tu enojo con el mundo, quemarlo junto con todo y sólo sentarte a reírte
de aquellos que te dijeron que no ibas a llegar a ninguna parte.
No me dijiste nada, sólo te limitaste a responderme lo
necesario, sólo me dijiste lo que era preciso decir a cada momento. No sé si mi
plática banal te aburrió o si mi desborde emocional te agobió, no sé si quizás
nunca soy lo que nadie está buscando, no sé si quizás te asustaron mis demonios
o si viste algo en mí que no encontraste correcto con tu estilo de vida, no sé
nada de aquello, porque no me dejaste ver nada más que tu jocosidad, tu inmensa
tristeza y tu capacidad para seducir sólo con tus ojitos, que ríen.
¿Acaso podemos ser algo más? Ya ni me lo pregunto, ya no
tengo esperanzas en que algo cambie, ya me volví de piedra y no me va a dar más
pena de la que tengo si decides que es mejor no verme más, no me preocupo de
eso, ni del mal sabor de boca que me quede, un trago y se borra, tampoco me
preocupo de volverme más frío, sólo una cosa me preocupa, sobre un alma tan salvaje,
pura y en su estado más propio; ¿Seguirás queriendo quemar todo cuando te vayas
o fue sólo un juego para encantar mi corazón podrido?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario