jueves, 28 de febrero de 2019

tan poco corazón

tan poco corazón del que te jactas,
tan poco corazón, dices, es necesario,
para sobrevivir esta jungla.
tan poco corazón, me cuentas,
te sirve para la pena corrosiva.
ese corazón frío
bombea palabras que cortan,
como las cuchillas de tu mirada,
como tu cara que no se inmuta,
que no se queja, que no siente.
tan poco corazón me dijiste,
que sólo pude ver lo poco que te creía
tu tan poco corazón.

lunes, 12 de marzo de 2018

Presa

Una pizca de tu olor,
se arremolina con furia,
en mi cabeza vacía, 
se diluye su esencia.

Te veo acercarte,
como no dejarte escabullirte,
entre jardines,
pisando mis flores.

Una luz titila en tu ojo,
un brillo felino,
que ruge,
que pide.

Te caigo encima,
con orgullo de fiera,
te quiero desgarrar,
sentir como se escapa tu vida.

Tu sabor me eleva,
me convierte en bestia,
pruebo tu carne,
la mastico con ahínco.

Los alaridos de la pelea,
se oyen a lo lejos,
como me clavas tus garras,
a lo lejos en la selva.

La presa se pudre de pronto,
tu vida se pierde,
la mía se aleja,
el sol muere.

jueves, 18 de enero de 2018

2000

I
Me veo sentado en el borde de este pensamiento otra vez, agobiado, perdido. No encuentro las palabras correctas para decir lo que siento, no soy capaz, me repito. No tengo energías, no tengo ninguna fuerza, no me queda absolutamente ninguna motivación, o al menos eso me repito. No soy alguien con capacidades, con aptitudes para hacer algo, para ser algo. Soy nada.

II
Cuando vi la calle corriendo no pude dudar en salir corriendo también, cuando me vi rodeada de mil sensaciones, de mil opciones y colores donde fundirme, donde perderme, donde, quizás, olvidarme de todos los pensamientos absurdos que rondaban mi cabecita juvenil. Los vi venirse encima mío, aparecer fugaces una y otra vez para dejarme absorta en ese carnaval de emociones, de cosas por descubrir, toda mi vida había vivido con el propósito de llegar aquí pero jamás supe de lo que podía llegar a encontrar. 

III
Toda la vida parece estar funcionando con un propósito único, una vida diseñada, pre-fabricada, lista para servir. Todas las vidas que vivimos en nuestras cabezas drogadas son idílicas, son lo que queremos llegar a lograr, pensando nuestro destino-vida como el suplicio que hay que pasar para llegar a vernos como lo que siempre quisimos ser cuando ya no queríamos estar más con nuestros padres. Todas las vidas que se han vivido, todos las aceptan, las pueden ver claras, como quien mira al futuro, se puede vislumbrar el paso de las etapas y el final, es simple y esclarecedor, la seguridad que nos brindan nuestras vidas pre-fabricadas no se cambia por nada.

IV
Mi existencia transcurrió sin contratiempos, siempre siguiendo la misma linea que me habían trazado mucho tiempo atrás, mirando, callando, experimentando, nunca alejándose mucho de lo que debía hacer, lo que tenia que llegar a hacer. Siempre mirando a los otros y riéndome de ellos por sus existencias absurdas, porque yo tenía una vida, un destino, sabía donde quería llegar ¿Sabía dónde quería llegar?

V
Estoy cansada. No puedo. Sí puedo. Quiero ¿Quiero? ¿Qué quiero? La vida me escupió tantas veces yo con esa sonrisa indulgente, seguí arrastrando los pies. Estoy cansada ¿Qué quiere de mí esta vida? Ya no tengo un destino, un dónde llegar. Los matices de la existencia se van haciendo más densos cuando pasa el tiempo, no puedo llorar siquiera por lo tragi-cómico de mi situación. ¿Supe alguna vez dónde quería llegar? Soy nada.

domingo, 1 de octubre de 2017

Infinito

I
Estoy flotando. Perdida entre los miles de pedacitos que quedaron de mí. Girando en la eternidad de las ideas que nunca llegué a concretar, mirándome de lejos en este baile, en este abrazo (o intento de) a la existencia, sin un arriba ni un abajo, sin adelante ni atrás, solo, yo en el infinito, sin nada que me perturbe, nada que me haga estremecerme demasiado.  Estoy deambulando sin un destino, cruzando corazones y mentes, perdiendo la razón, viviendo sin motivo. Estoy sangrando, cada día un poco menos, pero perdiendo un poco de mí en cada gota al final, viendo contaminarse los caminos que siguen los hilos rojos. Las intento ocultar; las manchas, las cicatrices y las heridas que aún no me sanan, las más terribles las hago disfrazarse de otros vientos, de otras penurias, ninguna tan presente como la que me pesa en mi cuerpo putrefacto.
II
No puedo quererte tranquilo, no puedo mirarte la cara sin que me den ganas de ahogarme en tus besos. No puedo llegar a comprender lo profundo que sientes. No entiendo por qué te interesa tanto este veneno que es mi cariño. No soy capaz de verte los ojos sin hundirme en ese mar de tantas penas, tantas como las mías, tantos amores inconclusos. Sé que te quiero ver sonreír, sé que te alegra verme con una sonrisa, que te cante la vida. Sé que la vida no es una canción tan alegre, ni tampoco tan triste. Tampoco somos tan terribles, sólo tenemos tanta nostalgia premeditada. La melancolía siempre nos acompaña en los paseos por entre los árboles. Siempre nos encontramos entre miradas un poco tibias y que nada tienen que envidiarle a otros. No te quiero fallar, no me quiero traicionar y tampoco quiero que pienses que soy algo completamente diferente. No te voy a cuestionar, sólo no entiendo cómo es que te puede gustar tanto la tristeza de otro corazón. Quizás algún día pueda mirarte a la cara y no flotar sin rumbo.

lunes, 26 de septiembre de 2016

Apología

Las cortinas de la pieza gritaban a tu entrada triunfal y tan rítmica, tanto tu coreografía como la interpretación de la danza fue un juego, una sábana deslizándose entre las piernas enredadas, los movimientos ensayados, tanto guardados, se sumergían en sus deslices tan suaves, tan rococó tus matices, una sonrisa falsa, una mentira aquí, un beso acá y tú seguías pasando tu pie áspero por mi cola en pelota y de pronto no nos podíamos resistir el uno al otro, nos quemábamos con la mirada, nos azotábamos el uno al otro, a garra y diente nos destripábamos, para volver a quedarnos abrazados y dormitando ir dibujando el contraste de mis desabridas cimas.
Tu pelo entibiando el espacio entre mis dedos, casi sujetándote a mí, afirmándote bien porque sabía que esto era una manzana pudriéndose, un juego siniestro nacido de entre los filamentos más refinados y maquiavélicos de la mente de nosotras dos, reiterando los clichés entre nosotros, repitiéndonos otra vez lo deslumbrado que estábamos cuando nos contábamos las historias del pasado, tan buenas, tanto lo recordábamos, las mentes se perdían infinitamente entre los rincones podridos, con una luz amarillenta, con olor a copete y a un culión antaño, tan divertidas las anécdotas.
Nuestra aventura nunca terminó, nunca tuvo lugar algo que pudiera decir que existió de alguna forma, los días que pasamos juntos de repente desaparecieron, se los comió nuestra podedumbre, se perdieron entre el despelote que quedó entre nuestras figuras literarias, sarcasmos y tallas que nunca existieron tampoco. Nada nos mató, ya habíamos muerto antes de conocernos, en descomposición, tanto que no pudimos soportar la hedor del otro, lo mejor era guardar el silencio melancólico que siempre tuvo que tener lugar. Lo mejor fue haber dejado que la historia se llevara nuestro recuerdo, porque de alguna forma así, nunca nos hubiésemos hecho tanto daño al querernos tanto.

domingo, 12 de junio de 2016

Silencio

Estoy acorralado entre dudas y un amor palpitante, cuando intento moverme parecen pesar más en mi cabeza que se va hundiendo cada vez más en una almohada incómoda y blanca de malas intenciones, cuando intento agacharme me saltan en la cara los insultos de las caras de los demás cuando nos miran, revolotean en mi nariz, me hacen estornudar y se ríen mientras me ahogo de frío en el pecho y calor en la cara; corren y saltan una vez más y me tiran la piel del rostro, me la desgarran, me hacen sangrar, me castigan poniendo todo en su lugar, para que nadie pueda ver mi cara magullada.
Estoy callado, como siempre, me dices que no me vaya, que te siga conversando de cosas triviales y que me siga quedando dormido encima de ti, sueltas una risa que mueve todo encima de mí, me aturde, me deja atónito. Te vuelvo a mirar cuando me recompongo, estás callado, te encuentro taciturno viéndome sin notar lo que te quiero decir, probándome hasta donde puedes llegar, para hacerme rabiar, para hacerme llorar. Y no es que no quiera deshacerme en gotas saladas, mi cara se deshace cada vez que lo intento, pero soy más desierto que río entonces y sólo duele por dentro, se va pudriendo, junto con todo lo demás que soy.
Te vuelvo a conversar sobre algo que nadie más te había contado y no me quieres responder. Ni tu cara tan desgastada por la tristeza me nota hablándote. No te quiero dejar pasar, pienso cuando te escribo en la madrugada envuelto entre notas sueltas de alguna canción. No me quieres dejar pasar, me pregunto cuando no te interesa más que decirme cuanto estás no pensando en aquello. Suelto una risa, media loca que se va haciendo eco cuando me doy cuenta lo irrisorio de mi situación, cuando ya no me dices que te siga conversando las cosas triviales, cuando no quieres que te cuente las cosas que me pasaron en el día. De nuevo, estoy callado, tanto que ya ni me escuchas más, ni de día ni de noche. 

sábado, 14 de mayo de 2016

Navaja

La sangre, se arremolinaba roja y espesa abajo, fluyendo y corriendo entre las piedras, entre las setas salpicaba, entre las largas hojas de otoño dejaba su marca, su olor, su sabor a pocas ganas de vivir. Se unían mil elementos en su camino, la acompañaban en su incesante andar, toda elegante con su vestido rojo, que era infinito, nunca dejaba de crecer, nunca paraba de gotear. Se hundía un poco más en la tierra, cual planta, como si quisiera echar raíces, sin embargo lo único que conseguía era crear un estanque sombrío, que lucía sus colores cobre, anaranjado y amarillo, como un atardecer ostentoso. Por cada pequeña hebra rojiza que se precipitaba desde la herida al suelo, había un rebote de mil colores, que se deslizaban de vuelta a unirse en su torrente, a cada segundo iba fluyendo la vida sin control, a cada momento la pena se escapaba a gritos de las venas hinchadas de tanto no poder llorar.
La herida estaba intacta, un corte tan perfecto, tan bien ejecutado, aún guardaba el hedor del arma homicida, como quien guarda la foto de un viejo amor que probablemente nunca le quiso. Aún estaba húmeda de lo cerca que habían estado los dos cuerpos para poder llevar a cabo esta traición premeditada, el uno al otro. Aún estaba fresca, la estocada duró menos de un segundo, pero fue letal, precisa y certera en su intención de quebrarme; duró menos de un segundo, en el que pasaron tantos años en que los amores florecieron y se apagaron. Se retuerce, con su viscosa originalidad, se va rizando con su rosácea pulcritud, late y fluye, escucha y susurra también.
Las palabras que me dijiste no se me van a olvidar tan fácil. La navaja que usaste para asesinarme, tampoco. Fue tan obvio que desde el principio supe que tu abrazo era una trampa, pero me negué a creerme, me dije que no puede ser que a la vida le encante jugarnos tantas bromas de mal gusto y cual adolescente me dejé envolver, bajé la guardia un segundo y tu cuchillada me llegó justo por debajo del estómago, subió por mi cuerpo y me atravesó el corazón, me explotó en la garganta, me ahogué en sangre, me quedé inmóvil, cuando viniste a reclamar y acusarme de tus manos ensangrentadas, yo no hice nada, me quedé inmóvil, de todas formas, habíamos sido dos los que compartimos este abrazo mortal.

martes, 10 de mayo de 2016

Rumiante

Sólo somos pequeños puntos en este gran entramado, sólo somos polvo con demasiada imaginación y la maldición de nuestros corazones. Te veo sentado ahí, emborrachado en risas, sin decir nada, te miro a los ojos, tus ojos, que ríen, que sueñan con cada parpadeo, tus ojos que dicen tanto y ocultan mucho más, al mismo tiempo. Estás sentado, no me miras, sólo sigues el ritmo, yo te hablo de cosas banales, así como para combatir mi necesidad de evitar el silencio prolongado, porque ya ni me hablo a mí misma ¿por qué querría hablar con un alma tan perdida? Entonces soy todo silencio, pero para ti, soy todo palabras. No me dijiste nada, sólo te acercaste con un gesto poco sutil, para encontrarnos bailando y gritando entre sollozos de ayuda y otras cosas que susurraste tan bajo, que no me dejaste escuchar.
No te conozco, no sé quién eres, apenas sé tu nombre (y ni siquiera completo), no puedo ver a través de tus ojos, no eres así, un libro abierto para leer, no va contigo, te tengo que sacar todo de a poco y aunque hasta ahora sólo he mirado una parte ínfima de lo que eres, no puedo negar que eres un misterio por resolver y que eso, me vuelve completamente loca. Sólo te miro con mi cara, tantas veces ensayada, de pobrecito, de ojitos entumecidos de lo terrible de la existencia y con la gracia gatuna, te arruiné el paisaje.
Hubo un destello en algún momento que me mostró que eras más que lo que aparentabas, también lo sabía, pero lo tenías bien guardado, no supiste esconder tanto eso de mi ojo curioso y metiche, de mi mente meticulosa que siempre está uniendo los cabos sueltos, tu inmensa tristeza, tu rabia infinita con este mundo, son sólo un poco de lo que podría decir. Hace tanto que buscas tener el control, pero al mismo tiempo quieres ser joven y nunca superar tu enojo con el mundo, quemarlo junto con todo y sólo sentarte a reírte de aquellos que te dijeron que no ibas a llegar a ninguna parte.
No me dijiste nada, sólo te limitaste a responderme lo necesario, sólo me dijiste lo que era preciso decir a cada momento. No sé si mi plática banal te aburrió o si mi desborde emocional te agobió, no sé si quizás nunca soy lo que nadie está buscando, no sé si quizás te asustaron mis demonios o si viste algo en mí que no encontraste correcto con tu estilo de vida, no sé nada de aquello, porque no me dejaste ver nada más que tu jocosidad, tu inmensa tristeza y tu capacidad para seducir sólo con tus ojitos, que ríen. 
¿Acaso podemos ser algo más? Ya ni me lo pregunto, ya no tengo esperanzas en que algo cambie, ya me volví de piedra y no me va a dar más pena de la que tengo si decides que es mejor no verme más, no me preocupo de eso, ni del mal sabor de boca que me quede, un trago y se borra, tampoco me preocupo de volverme más frío, sólo una cosa me preocupa, sobre un alma tan salvaje, pura y en su estado más propio; ¿Seguirás queriendo quemar todo cuando te vayas o fue sólo un juego para encantar mi corazón podrido?

jueves, 21 de enero de 2016

Los mismos

Soy una mancha de vino tinto en el suelo pedregoso, podrida entre tantas otras noches que me han visto manchada de tantas vergüenzas que, la verdad, no siento. Soy los colores de mil almas que tuvieron que pasar descoloridas entre la multitud gris y ordenada. Soy lo que mi madre me dijo que fuera, una niña-bien, una corbata estrangulada al cuello y el cabello tomado, cortado, violado. Soy lo que me enseñó la vida, el infinito girar de las ondas que nos llegaban tarde y con miedo nos decían que la lluvia de piedras bíblicas caerían sobre nosotras si nos poníamos al mismo nivel que las que estaban abajo. Nuestra reputación los precedía, éramos los hijos de Adán hechos a la semejanza del Dios perfecto, todopoderoso, hombre y sin pecados por castigar. Las otras vírgenesmarías, no eran una vil copia de la Eva sinpoder, de la Eva entre las flores, siempre tan inmaculada entre la eterna primavera que es tu sexo, tan presente, cuando todos cierran los ojos para no ver que lo tienes, pero ahí está, sin pecado concebido, una niña-bien, sin colores más que los de las flores que te recorren las curvas que volvieron loco a Adán.

Soy los bosques de mi tierra, soy las fuentes de agua cristalina de las montañas, con tantas hebras donde hasta los más cautelosos se perdieron, soy las luces de este universo, tan infinitas, tan incontables, soy el resultado de millones de años de una constante lucha por la vida y henos aquí tan erguidas sobre los tacones altos, tan ungidas en los lazos que nos unieron a la vida correcta, a la vida que nos tenían preparada, nos sirvieron nuestra libertad en vasos de Coca Cola y nos dijeron que miráramos arriba y abajo y viéramos lo que nos tocó, que tomáramos la ropa de esclavo que nos correspondía, según lo que nos colgara (o no) de entre las piernas, haciendo caso omiso de los colores que desprendían nuestras almas impolutas. Soy todos esos colores, mezclados en un sinfín de arroyuelos que se cuelan por entre los dedos de los incrédulos. Soy el deseo oculto de tocarte, tocarme y por un momento olvidarnos de que, al salir a la calle, lo que tengamos encima dice más de nosotros que cualquier otra cosa. Soy los corazones que, a pesar de la terrible existencia que es la vida, decidieron que no les importaba morir en un mundo que no los quería y prefirieron renacer, de todos colores pintades, al infinito de luces destellantes y oscuridades de rebeldía.

martes, 1 de diciembre de 2015

Que lata

Estoy enredado, entre el internet y la vida, estoy podrido, entre querer a alguien y no quererme a mí misma. Que lata esta cabeza, que nunca deja de rumiar, que siempre tiene algo más para decir, para destruirme los pocos momentos de felicidad que me van quedando.

Estoy confundida, me veo a mí mismo en una fotografía, que aún no se ha tomado, siendo viejo y panzón, forrado en plata, en gente, en una gran casa, forrado en sueños destrozados, que se perdieron en el camino y por el miedo, me quedé aquí, dónde yo sabía que no iba a ser nadie. Que lata este pronóstico, siempre un poco más terrible, siempre enseñándome que la vida nos va a traicionar.

Estoy paralizado, por los amores de mi pasado, aún me emociono al verte ahí, aún me creo pequeña y mi corazón explota cuando te pienso, cuando me enamoro en cinco minutos de la eternidad que es mi vida diaria. Que lata, cuando una quiere, con todo el corazón, no perder lo que siente y a nadie puede importarle menos que a mí.